"EL LARGO CAMINO HACIA LA CRUZ"

Viernes Santo. Jesús hoy, muere.

Ayer a la noche, mientras Él rezaba en Getsemaní, apareció Judas y por 30 monedas entregó a su amigo. Lo arrestan. Así empieza la Pasión. En la oscuridad de la noche, Jesús es juzgado por el sanedrín, por el Sumo Sacerdote. Pedro lo niega tres veces, como si no lo conociera. Empieza a salir la luz del sol, es el amanecer. Ahí está Jesús frente a Pilato. Pilato anuncia “yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo” (Jn 18,38). Realmente cree que ese hombre debe ser liberado. Pero por miedo a la multitud, les pregunta qué prefieren si liberar a Jesús o a Barrabás, un bandido. El pueblo exclama “¡A Él no, a Barrabás!” (Jn 18,40). Pilato mandó entonces a azotar a Jesús (Jn 19,1). Los soldados lo azotan, lo coronan con espinas, se burlan de él. Pilato vuelve a decirles que no ve en Él motivo de condena. A pesar de eso, se lava las manos, y les entrega a Jesús.

Emprende su camino de cruz. En este camino de dolor y sufrimiento Jesús cae tres veces. Se encuentra con su madre. Es ayudado por Simón, el cirineo, a cargar su cruz. Consuela a las mujeres de Jerusalén. También una mujer, mejor conocida como Verónica, se le acerca para enjuagar su rostro ensangrentado, de aquel quien la había amado primero. En fin en esa cruz que carga a cuestas, es clavado. Perdona al malhechor que es crucificado a su lado, Dimas. Le pregunta al Padre por qué lo abandona. Termina muriendo, entregando al Padre su espíritu. Y su cuerpo es llevado al sepulcro.

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Qué triste el viernes Santo ¿Por qué tanta crueldad? Y nosotros, a veces parecemos tan sólo espectadores, ajenos al dolor de Jesús. Hoy, viernes Santo, la humanidad de Jesús, brillaba en esplendor. Jesús era como vos. Sentía dolor, miedo, sufría, y hasta tenía necesidades físicas y espirituales, como la sed. En Getsemaní Jesús tiene miedo. Le pide a Dios Padre que sí podía aparte de sí ese cáliz. Su amigo, Judas, lo entrega por treinta monedas. La amargura de sentirse traicionado, Jesús la siente. Pedro, a quien le había confiado Su Iglesia, lo niega. ¿Sabés lo que debe haber sentido? ¡Tu amigo dice que no te conoce! Lo juzgan. Los soldados se burlan de Él. Le pegan y no hace nada. Lo escupen. Él Jesús más humano, sufre la humillación pública. La impotencia de las manos atadas. El dolor del flagelo. Ni como hombre lo trataban. Jesús está siendo torturado. Le duele todo. Se le cae la cruz. Siente que no tiene fuerzas. Cree que no se va a  poder volver a levantar. ¿Se le habrá pasado por la cabeza el creer que moriría antes de que lo crucifiquen? Pero llega a la cima. Lo crucifican, seguro haya deseado entonces morir en el camino. Un clavo, otro clavo, por último el de los pies. En fin la cruz y Jesús ya son uno. Ya crucificado, se siente totalmente solo. Lo dejaron hasta quienes Él había elegido para que estén a Su lado. Pero peor todavía, siente que esta vez Dios Lo dejó solo. Había hecho todo por Él, incluso está dando la vida. La desesperación por tanto sufrimiento se hace carne en Jesús y  en Su corazón hacen eco las palabras “Dios mío, Dios mío, por qué me abandonaste”. En seguida encomienda su espíritu al padre y muere. No fue suficiente la muerte. Le traspasan el costado.

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¿Cuántas veces nos sentimos como Jesús?… traicionados, desesperados, solos, humillados. ¿Cuantas veces sentimos que nos caiamos y no teníamos fuerzas para levantarnos? ¿Cuántas veces nos sentimos traspasados por el dolor y la angustia? ¿Cuantas veces creímos que Dios nos había  abandonado? Jesús también lo siente hoy. Acompáñalo en su dolor, en su soledad, en su Pasión. Con Él compartís sentimientos y humanidad, empatiza con este Jesús sufriente. 

Por último, hoy, la muerte nos interpela. ¿Qué significa la muerte?¿Qué es la muerte antes de la resurrección de Jesús?¿Estás listo para acompañar a Jesús en su muerte?