Él vive en ti. Para escribir esta reflexión, volví a escuchar la canción de la obra, y me sorprendí pensando lo mismo que la primera vez que la escuché. ¿Está hablando de Mufasa, el padre de Simba? ¿O está hablando de Dios? Esa pregunta volvió a resonar en mi cabeza, y no encuentro la respuesta correcta. Eso es lo especial de la música. Despierta en cada uno diferentes matices, colores y emociones.
Creo que es por esto que cada vez que escucho esta canción, me emociono. Hago carne ese “él vive en ti”, porque así lo creo. Él vive en mí. El vive en todos y cada uno de nosotros. ¿O acaso no estamos hechos a su imagen y semejanza? Me emociono por la fortaleza de estas palabras y sobre todo por la responsabilidad que conlleva.
Como Rafiki con Simba, hoy los invito a abrazar ese “Él vive en ti”. Como consuelo, porque saberlo nos da esperanza. Como regalo, porque él es amor en nosotros. Y como responsabilidad, de cada día parecernos un poco más a él.
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