Canción recomendada para entrar en clima de oración... "En todo momento"
Evangelio según San Juan 10,1-10.
Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va d
elante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz". Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El
que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."
Palabra de Dios
A partir de este evangelio, Jesús intenta hacer énfasis sobre un mensaje claro: “Yo soy la puerta”. Pero ¿qué significa ser la puerta? Si lo pensamos de manera literal, una puerta es aquello que nos permite el acceso a algo. Ese algo puede ser un lugar totalmente nuevo, desconocido para nosotros, así como también un lugar con el cual estamos familiarizados y donde muchas veces nos da gusto entrar. Ninguna puerta es igual y nunca conducen a los mismos lugares, muchas veces tampoco somos los mismos cuando a travesamos por distintas puertas.
Sin embargo
, en este momento, nos encontramos con una puerta que se nos hace presentes a todos por igual. Es una puerta que no juzga nuestra apariencia, ni nos juzga por nuestros actos. Siempre que nosotros queramos entrar allí estará, así como muchas veces nos dará el lugar de cerrarla un rato o dejarla entre-abierta. Es una puerta que nos respeta y que por sobre todas las cosas nos invita a entrar para así tener vida en abundancia.
Esta es la puerta de Jesús, para algunos es un lugar que se asemeja a nuestro hogar, en donde elegimos entrar cada día, en donde nos sentimos en paz y acompañados. Es un lugar en el que nos dejamos conocer de la manera más pura, nos mostramos tal cuál somos, sin ataduras ni nada por demostrar. A pesar de que la misma siempre se nos muestre a
ccesible, muchas veces es difícil encontrarla.
Nuestra vida está compuesta por un largo camino, lleno de puertas, algunas elegimos abrirlas y otras directamente las pasamos de largo, pero siempre nos van a quedar más por recorrer. Dentro de estas puertas nos encontramos con todo tipo de lugares, algunos más felices y otro más tristes. Mezcladas con algunas de estas, se encuentra la puerta de Jesús, a veces descubierta por nosotros y por momentos pasada de largo. Alrededor de ella hay muchas o
tras que la opacan y buscan llamar nuestra atención, a veces no para bien, sino para llevarnos por un camino que está lleno de cosas efímeras. Cosas que nos lastiman y eventualmente pueden destruirnos. Nos conducen a una gran soledad, nos sacan lo más auténtico de nosotros. Sin embargo, cada vez que nos perdemos en el camino y nos dejamos absorber por alguna de estas puertas, Jesús se hace presente, pone su puerta frente a nosotros y nos invita a entrar.
En cada momento en el que nos sentimos perdidos, desorientados, en donde nada de lo que tenemos alrededor nos hace bien, nos completa; es ahí cuando Jesús más quiere que entremos en su puerta, que nos dejemos inundar por su bondad, por su escucha, su comp
añía. No desconozcamos su voz, no le cerremos la puerta. Él nos llama por nuestro nombre y nos ayuda a salir de las situaciones complicadas, nos alimenta con su amor eterno y sabio.
En estos momentos, donde la vida nos puso frente a una situación que nos excede a todos, dejemos todo aquello que nos pesa, que nos esta costando en manos de Jesús, Él sabrá cual es el modo perfecto para transformar todo aquello que hoy parecería haber perdido su luz, en vida.
¿Cuántas veces sentiste que no podías encontrar la puerta de Jesús?
¿Te quedaste estancado en alguna puerta que te hacía mal? ¿Pudiste reencontrarte con Jesús?
¿Cómo describirías a esa puerta en la que te sentís a gusto?
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