¿Dónde estás querida rutina que no te puedo encontrar?
Cuando vi por primera vez La Bella y la Bestia, en este número de “Nuestro Huésped”, pensé que el guión estaba errado. ¿Cómo era posible que un grupo de sirvientes estuviesen ansiosos por servir a un huésped? Nada peor que servir... La expresión “sirviente” me resulta tan chocante...pero es la utilizada en la canción. Allí dice “Nadie se resigna, a esta vida tan indigna, del sirviente que no tiene a quien servir”. Y esto me lleva a la siguiente reflexión: Cuántas veces he deseado poder estar en casa, sin hacer nada, y si fuese posible, eludiendo todo tipo de tarea y responsabilidad… Y de repente, el sueño se volvió realidad. Y más que sueño, una pequeña pesadilla. Nuestra rutina del despertador que nos despierta para salir a trabajar, la rutina de tener que lidiar con los medios de transporte, los cortes de calle, las horas del día que no alcanzaban, todo eso, frenó en seco, de un día para el otro. Y ya van más de 80 días de esta anormalidad. Porque si bien la pre pandemia tenía mucho de obligaciones, también tenía su recompensa. Nos podíamos ver, nos podíamos abrazar, podíamos hacer talleres, gimnasia, partidos de fútbol, noche de amigos, de amigas, de familia, cine, teatro, pizza, cerveza… Y lo disfrutábamos enormemente, porque habíamos “servido” durante el día. Pongo en valor esas obligaciones, que me daban la libertad para tantos otros derechos. La rutina nos daba seguridad, y el derecho a elegir con quién y dónde estar.
Pero mientras esto transcurre, lo mejor que podemos hacer es buscar algún aprendizaje. “Sirvamos” a alguien. Empecemos la cadena. Pensemos en alguien en particular, y en cómo podemos servirlo. Y sorprendámoslo. Y quizá, si pregunta por qué, le pasemos la posta: le contamos nuestro plan, y lo invitamos a que lo haga con otra persona. Y si no pregunta, o no quiere hacerlo, vamos a haber hecho bien a alguien, vamos a haberle servido. Y no sabemos en qué momento dará su fruto. Pero nosotros sabremos que, en algún modo, cambiamos el mundo, y podremos volver a nuestro aislamiento con mas paz. Y no nos olvidemos, que cuando el profeta Elías buscó a Dios, lo encontró en el silencio de una brisa suave. ¿Hace cuánto no tenemos tanto silencio a nuestra disposición?
¡¡Buena semana!!
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