¿Cuántas veces en esta pandemia sentimos que nuestro hogar era solo un recuerdo de lo que solía ser? No me refiero a nuestro hogar físico, sino a ese hogar afectivo, al que recurrimos cuando estamos tristes o queremos celebrar por algo bueno. Continuamente escuchamos la necesidad de volver a ver y abrazar a nuestros seres queridos y lo duro que es saberse imposibilitado por no poder hacerlo… Pero a pesar de toda esta incertidumbre que estamos viviendo hay dos cosas que no podemos perder: la fe y la esperanza.
- Tenemos que tener fe en que vamos a salir de nuestras casas más fortalecidos, valorando el valor de la familia y la amistad, valorando el presente.
- Esperanza en que todo esto pronto va a terminar y estaremos juntos, festejando por el simple hecho de compartir.
Pongamos en las manos de Dios este momento que estamos atravesando porque no puede estar en un lugar mejor.
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