Hoy más que nunca María se presenta ante cada uno de nosotros como madre que ampara, abraza y consuela. Bajo la advocación “Madre de los desamparados” María nos regala la certeza de que a su lado jamás nos sentiremos huérfanos, solos o abandonados. La Madre siempre está. La Madre siempre escucha. La Madre siempre ama. María, nuestra Madre, es Madre siempre y para siempre. Y nuestro corazón, al experimentar esta cercanía y verdad, no puede más que llenarse de gozo y agradecimiento. No puede más que intentar, a ejemplo de ella, ser cada vez más dócil a las enseñanzas y el camino de amor y servicio que nos muestra su hijo Jesús.
“Madre de los Desamparados ruega por nosotros”
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