La parábola del sembrador
En primer lugar, este evangelio nos invita a pensar cómo está nuestro corazón posicionado a la hora de relacionarnos con Dios. Muchas veces podemos encontrarnos como esas semillas que caen en tierra fértil y sacan buenos frutos, es decir, que estamos dispuestos a abrir nuestro corazón al encuentro con Dios. Sin embargo, hay días que también nos podemos encontrar como aquellas semillas que caen sobre espinas y fracasan, días en los que nos cuesta abrirnos a Dios.
Ningún corazón es perfecto. La importancia, ante todo, está en que seamos capaces de fortalecer nuestra relación con Dios, de mover aquellas espinas o piedras que no dejan que nuestras semillas den fruto para poder ser instrumentos, especialmente de escucha y de diálogo. Que nuestra palabra sea testimonio de la Buena Noticia que tiene Dios para entregarnos, transmitiendo fortaleza, esperanza, amor, y por sobre todas las cosas, que Él es el camino y quién lo encuentre ya nada le puede faltar.
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