Evangelio según San Juan 3,16-18.
“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”. Palabra de Dios
Este evangelio nos muestra el gran amor de Dios hacia el mundo y hacia nosotros. Ese amor lo llevó a enviar a su único Hijo para salvarnos, para darnos la vida eterna. Jesús vino a nuestras vidas, y lo hizo para quedarse siempre con nosotros, pero ¿Qué significa eso? ¿Cómo es el paso de Jesús en tu vida?
Muchas veces nos sentimos juzgados por Dios y por eso mismo nos alejamos, pero en realidad, los que nos juzgamos somos nosotros… Él vino a hacernos sus amigos, no súbditos ni esclavos, ¿dejás que sea tu amigo? ¿le contás aquello que te pesa, hasta lo más profundo, o te quedás en la superficialidad? ¿Alguna vez te sentiste juzgado por él?
Jesús nos invita a confiar en él, se hace presente en nuestras vidas para acompañarnos y cuidarnos, sabiendo que no siempre va a ser fácil, sabe de nuestras debilidades, lo que pesa el día a día, lo que pesa nuestra humanidad. Porque Él se hizo hombre para acercarse a nosotros, ¿Pero de qué manera? riendo, llorando, amando, enojandose, sintió traición, pero siempre pudo perdonar; sintió la tentación y la debilidad pero siempre siguió confiando en su Padre y dejó su vida en sus manos, sabiendo que nada malo puede venir de sus planes. Y todo esto lo hizo vivir, pero también lo hizo morir, fue una muerte basada en el amor, para algunos incomprensible, para otros un desperdicio, pero para nosotros la salvación, el regalo más grande que se nos pudo dar, nos regaló no solo una nueva oportunidad, sino que también la vida eterna.
Entonces ¿cómo no creer en él? ¿cómo no confiar en él? ¿por qué muchas veces nos sentimos juzgados si él constantemente nos muestra que lo único que hace es darnos su amor, e invitarnos a vivir su amor y compartirlo a los demás?.
Dejá que el Espíritu Santo invada tu corazón y te haga vivir una vida, llena de abundancias, que tenga mucho para dar, un entusiasmo que muestre es Dios que llevás dentro.
Tu presencia lo envuelve todo,
es viento que libera,
es fuerza que anima, es impulso
que dinamiza,
es sensación de consuelo,
es aire renovador,
es Espíritu tuyo que está en nosotros siempre.
Son Tres; son Uno, ¿qué más da?…
Lo importante es que forman parte
de todo
y que mi vida descansa en Vos
y en ustedes,
se alimenta de Vos y de los Tres,
se siente amada por Vos,
aleccionada por Jesús y acompañada por tu Espíritu.
¿Se puede desear un regalo mejor?
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