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Domingo 31 de mayo - "Espíritu Santo"


Espíritu Santo

Espíritu de Dios toma mi vida,

toma mi alma, toma mi ser.

Lléname con tu presencia,

con tu poder, lléname de ti.

Lléname lléname

con tu presencia

con tu poder

lléname de ti.


Enciéndeme Señor, préndeme fuego

quiero anunciarte, morir por vos.


Espíritu Santo,

Espíritu Santo,

muévete, en este lugar.


Que haya paz, que haya paz,

que haya paz en este lugar.


Ven Espíritu de Dios,

ven a mi ser, ven a mi vida

Ven Espíritu de amor,

ven a morar, Maranathá


Hoy, Pentecostés, Jesús nos regala su Espíritu Santo. Él nos invita a invocar su presencia y recibirlo, como escuchamos en la canción, para que entre en nuestras vidas, y con su poder nos transforme el corazón, nos llene de su gracia y su presencia. Por eso los invitamos a que se animen a dejarlo entrar.

¿Lo dejamos habitar en nosotros? ¿Dejamos que nos guíe en nuestras acciones, en nuestros pensamientos, en nuestra oración? ¿O todo lo hacemos tomando el control por nuestra propia cuenta?


Además, es un Espíritu que nos trae paz, lo cual no nos viene mal con todo lo que estamos viviendo hoy en día. Esta paz nos permite calmar las aguas de nuestro interior y profundizar en nosotros mismos con mayor claridad, para poder reconocer cada don que nos regala hoy y que nos ha regalado a lo largo de nuestra historia ¿Reconocés esos momentos y situaciones de tu vida en donde el Espíritu se haya hecho presente concediéndote alguno de los siete dones - sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor De Dios -? ¿Sos consciente del uso que hacés de ellos y cómo te acompañan en cada uno de tus actos? ¿Con cuál te identificas y cuál es el que menos sentís que habita en vos? ¿Cuál estás necesitando hoy?


La canción termina pidiéndole al Espíritu que “venga a morar”. No viene a saludar y se va, sino que viene a morar, a habitar en nosotros. Y habitar no significa que somos su hotel, sino que somos su Templo vivo, el cual Él vivifica aún más con el ardor de su fuego. El Espíritu Santo busca hacerse uno con nosotros, actuando detrás de nuestro actuar, pensando detrás de nuestro pensar, rezando detrás de nuestra oración. Pero no nos maneja como títeres, sino que nos da la libertad de elegir vivir en y con Él o no. Está en nosotros quitar las barreras que no lo dejan atravesar nuestra vida, que muchas veces pueden ser la falta de Fe, el miedo, el egoísmo, el “yo solo lo puedo todo”, la pereza… ¿Estoy dispuesto a abrirle el camino hacia mí?


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