¡Buen domingo para todos! Hoy es un domingo muy especial para cada uno, muy distinto sin duda, sin embargo, aunque en la sociedad hay muchas dinámicas que cambian es momento para tomar conciencia de que lo único que permanece para siempre es Dios. Y no hay cuarentena que te robe la oportunidad de celebrar a Dios en la fiesta de la misa. ¡Por eso te proponemos diversas propuestas para vivir la misa de una manera diferente a la habitual! Igualmente, no te olvides que también podés ver la transmisión de las misas de San Nicolás por su canal de YouTube.
¡Buscá una hoja y una birome y empecemos esta misa escrita!
Entrada: en el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo, amén.
Te proponemos que pienses ahora en una o más personas en particular por las que quieras ofrecer esta misa. Pueden ser personas con la que estás compartiendo estos días, personas que hoy están lejos y no podés ver, o personas que crees que necesitan ayuda y el abrazo de Dios. Escribí sus nombres y algo que quieras agradecer de esa/s personas. La invitación es que después durante este día estés pendiente de estas personas y si te animas le agradezcas eso que pensaste.
Te invitamos a que escuches con atención el salmo de hoy y lo reces prestándole atención a la letra y lo que tiene para decirte hoy.
¡Ahora viene uno de los momentos más importantes de la misa! Vamos a leer la palabra de Dios, y si bien hoy no podemos comulgar físicamente sí lo podemos hacer espiritualmente. Tomate un tiempo para rezar desde el corazón en silencio. Intentá llevar a la vida diaria el Evangelio de hoy con gestos y actitudes concretas.
Evangelio:
Lectura del santo evangelio según san Juan (9,1.6-9.13-17.34-38):
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Tú naciste lleno de pecado de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
Reflexión:
En el evangelio de hoy Jesús nos invita a reflexionar a partir de la curación del ciego.
Por un lado, nos recuerda que todos somos en algún punto como el ciego que necesita ser curado por Él. Todos tenemos muchas veces algo que nos impide tener una mirada centrada en las cosas de Dios, que no nos deja ver más allá de nuestra pequeña burbuja y circunstancias terrenales. Quizás es una actitud como la intolerancia, la impaciencia, el egoísmo o pesimismo que tenemos con las personas que nos rodean, o algo doloroso que está pasando en mi casa o con mis amigos. ¿Qué es eso que no te deja tener una mirada semejante a la de Dios el día de hoy? Con lo que cada uno tenga en mente pidámosle a Jesús que como lo hizo con el ciego nos ayude también a nosotros a ir transformando nuestra mirada en esta Cuaresma, para que con nuestro esfuerzo y su gracia podamos cada día ir adquiriendo una mirada más alegre, llena de paz, esperanza. A tener una mirada misericordiosa, que de consuelo y alivio, que impulse a seguir adelante a pesar de las caídas y fracasos y que con solo una sonrisa sea capaz de devolverle luz a ese mundo cubierto de tinieblas, y más concretamente de devolverle alegría a ese día donde los protagonistas fueron las malas noticias, alguna pelea con amigos o familiares, desalientos ante los fracasos, momentos de soledad o angustia. En fin, hay miradas que DAN VIDA. Y vale la pena ser esa mirada que ilumina el camino del que va al lado y hace que al final del día esté un paso más cerca de su meta. Vale la pena tener una mirada que irradie PAZ.
De la misma forma este pasaje nos invita a reforzar nuestra confianza en Dios como lo hizo el ciego. A volver a posar nuestra mirada en Dios, aunque el entorno no ayude. Así como los fariseos se negaban a creer que Jesús era el Mesías y cuestionaban al ciego, la sociedad y las circunstancias hoy en día también nos empujan muchas veces para el otro lado. En medio de una pandemia, donde abundan las malas noticias que nos conducen al pesimismo y a la falta de esperanza, la Palabra de Dios hoy nos alienta a seguir apostando por Él, por su misericordia infinita, por su amor hacia Sus hijos y sus planes para cada uno de nosotros. Nos alienta a mantener viva nuestra confianza en Él sin importar las circunstancias, porque, aunque todo parezca conducir a un túnel sin salida No nos olvidemos que Dios siempre sabe más. Que en este tiempo podamos tomarnos de su mano más fuerte que nunca entendiendo que nuestros tiempos no son los mismos que los suyos y sobretodo confiando que Él todo lo puede. Que solo Dios alcanza, solo Dios puede devolvernos la paz verdadera en un mundo que parece haberla perdido.
Pidámosle a Jesús que podamos aprovechar está cuarentena en tiempo de Cuaresma para trabajar nuestra mirada y reforzar nuestra confianza en Dios día a día.
¡Llegó el momento del ofertorio! ¿Qué le vas a ofrecer a Dios hoy? ¿Cómo vas a seguir moldeando tu corazón para la Pascua? Proponte algo bien concreto para hacer hoy por el prójimo y por Dios y escribirlo. ¡Tenés tiempo de sobra para hacer alguna buena acción! ¡Y tú prójimo para recibirla también!
Para la consagración, te proponemos que le dediques un tiempo de oración en silencio a Dios. Míralo a los ojos a través de tu corazón y decile cuanto lo quieres y cuánto ansías recibirlo en tu corazón.
Para llevar el momento de la paz a tu casa, hoy mira a los ojos a los que comparten la cuarentena con vos, se cariñoso a la distancia de la forma que puedas y que tu presencia sea algo de paz para la casa en medio de tanto caos.
Nos despedimos de esta misa cantando en el alma todo lo bien que nos hace el Señor hoy y siempre, sea cual sea la situación. La verdadera misa empieza ahora, con todos estos propósitos que hiciste para hoy ¡Feliz domingo de parte de Dios que te manda un codazo desde arriba! Porque con Él sí que siempre estamos codo a codo. Siempre juntos.
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